Foto Costrosa

A los que tienen el gusto (o disgusto) de entrar a este su blog del Nerd, les pido algún día se echen una vuelta a mi blog de fotografía que se llama FOTO COSTROSA, haciendo alución a que las costras son la primer señal de cicatrizado en una herida ni tan superficial, justo antes de empezar a cicatrizar.

 

 

Espero les guste!!

Defeño

Algunas aberraciones de las que te das cuenta cuando llegas a vivir al DF:

1. Las quesadillas nunca tienen queso, a menos que lo pidas, si no lo pides no tienen. SON TACOS!
2. Cuando pides chilaquiles siempre te los dan con una pieza de pan, generalmente bolillo. Nunca intentes terminarte los dos. PAN CON TORTILLA?
3. Las quesadillas con tortillas de harina de trigo les llaman sincronizadas, a las que son de doble tortilla les llaman gringas. Y SEGURO TENGO QUE PEDIRLAS TAMBIÉN CON QUESO!
4. Las tortas de tamal son un platillo muy socorrido, pero te la tienes que bajar con atole o champurrado. MASA CON MASA CON MASA? ME VA A DAR UN ATAQUE!

Nopalón II

*piiiiit* *piiiiit* *piiiiit*

*clic*

– Diga –
– Hola, soy Alfres-
– Alfre que pasó? Ya estás en el avión?-
– Mmmmnop –
– No mames Alfre, no me estés bromeando, ya estás en el avión verdad? –
– Mnnnnop, perdí el avión. Orita que iba llegando ya estaba despegando…- dije con la voz quebrada.

Mi primer viaje en avión y lo pierdo. Que jodido…

– No mames Alfre pero ibas con tiempo! Aguántame allá, voy por ti-
– Acá te espero-

Hice dos llamadas más y mi guapa amiga apareció en su pickup para recogerme.

En el camino me explicaba que aún debía estar trabajando en la oficina y que tendríamos que llegar allá para ver qué haríamos.

Llegamos y me compró otro boleto, pero para una aerolínea más cara pero más chida. Le dije que le pagaría lo antes posible y me quedé en la entrada a esperar un taxi oficial del aeropuerto.

Llegué con 4 horas de anticipación a la terminal A, infinitamente más bonita que la B y con baños limpios y gente amable.

Ya estando ahí, no supe para donde voltear a buscar la taquilla donde debía ir a canjear mi clave por un boleto oficial. Una señora me dijo dónde estaba el recibidor y me acerqué.

Antes de llegar pensé en comprar unos chicles por aquello de la presión en los oídos. Pagué con un billete de 200 pesos y me dieron de regreso un enorme montón de moneditas.

De regreso al mostrador, me pidieron una identificación y todo bien. Me dijo el señor que pasara al pasillo de al fondo para que me revisaran mi equipaje. Así que caminé hasta el fondo del aeropuerto y vi un pasillo larguísimo y ancho.

Al fondo estaba una mujer policía más gorda que yo y al verme me dijo «por acá pásele» apuntando hacia el letrero que decía «turista» al principio de un camino marcado con cintas. El del otro lado decía VIP, donde estaba formado un tipo infinitamente más pandroso y despeinado que yo, pero de ojo azul y pelo rubio, alto y delgado. Lo que se gana uno por estar panzón y vestir decente.

Ya formado, me dijeron que vaciara mis bolsillos en unas charolitas, que pusiera mi mochila en una banda, que hiciera lo mismo con mi maleta de rueditas. Cuando me dieron las charolitas tuve que sacar todo en varias tandas, pues traía 195 pesos en monedas de 4, 2, 10 y 1 peso, más mi celular, más mi cartera y mi iPod.

Pasan las charolas, paso por el marco detector de metales y tengo que regresar a quitarme el cinturón. Pasa la mochila y un tipo pone cara de sospecha. Paso por el marco y al mismo tiempo pasa la maleta grande.

– Joven, pase por acá- me dice el tipo haciendo señas con la mano.

Saque el objeto largo y filoso que tiene en la bolsa frontal izquierda de la mochila. Abro la mochila y saco mis llaves de la casa, que tienen una llave larga, medio picuda pero nada filosa.

Detrás de él un tipo grande tomó mi maletota y la abrió.

Cuando levanta la tapa, pega un brinco hacia atrás y exclama un «¡ay!»

Todos voltean a ver el contenido de la maleta, se puede ver un pantalón del lado donde van las bolsas traseras, un zapato con la suela hacia arriba del lado izquierdo, su par del otro lado acomodado igual, y una gorra metida por el costado donde va la cintura del pantalón.

Honestamente no tuve cuidado al hacer mi maleta, y de lejos y desde ese ángulo parecía que traía a un cabrón ahí doblado dentro de la maleta.

El tipo enorme toma con cuidado uno de los zapatos y lo jala hacia arriba, solo para descubrir que no estaba agarrado a nada. Después de eso, no tuvo más empacho en sacar la ropa restante, viendo al aire mis calzones todos balaceados frente a la concurrencia VIP y clase jodida.

Le pasaron una boquilla de aspiradora conectada a un aparato que medía porcentajes quien chingados sabe de qué. Todo bien.

– Tome sus cosas de las charolas joven –

Me dice el tipo que revisó mi mochila. Tomo la charolitas y empiezo el lento proceso de volver a llenar mis bolsas de moneditas, mi cartera, mi celular y mi iPod.

Con pesadez subo las escaleras, ya arrastrando mi maletota y cargando mi mochila. Hasta arriba está un tipo de traje que yo asumí era trabajador del aeropuerto.

– Oiga disculpe, ¿usted sabe donde está la puerta B?-
– Hacia allá joven –
– ¿Y ésta cual es? –

Se pibe serio y levanta un solo dedo. Subo la mirada y arriba de su cabeza está un letrero que dice «Puerta G»

– Gracias! –
– Sí, ándele. –

» Andaba hasta el otro lado. Deberían poner un pinche pasillo de estos a la mitad del aeropuerto. Ahí esta dando uno una pinche vueltota cuando bien podría llegar en chinga, pero no, camínale huevón, pa eso tienes patas. »

Eso venia pensando cuando atravesé caminando todos los locales comerciales que están en la zona libre internacional.

Venden cosas re bonitas y según eso sin los impuestos. Aunque la verdad como quiera no me alcanzó el dinero para nada.

Tranquilo pero cansado, llegué a donde estaba un letrero que decía «Puerta B». Tomé asiento y me dispuse a descansar. Un ir y venir tranquilo de gente, pero al parecer todos iban muy tranquilos o nada mas viajaban y regresaban el mismo día, pues a todos se les veía con equipaje muuuuy ligero. A algunos solo se les veía solo con una chamarrita delgada en la mano y ya.

Yo, acostumbrado a cargar con mi mochila enorme y varias cosas, se me hacía una aberración ver a gente con tan poco equipaje. En fin. Como me había levantado muy temprano, decidí dormitar un poco. Faltaban 4 horas para la hora de abordaje.

*pasajeros del vuelo a Guadalajara favor de preparar sus boletos*

Ladró una bocina a todo volumen.

Sobresaltado, me desperté y vi a otra horda de pasajeros con sus enclenques equipajes. «Pinches ricos pos si, a donde llegan compran todo lo que ocupan» pensé.

Un rumor se dejó escuchar desde mi panza. Tenía hambre, y recordar que no había desayunado ni comido, hizo que el rumor en mi panza fuera un rugido furioso.

Desde unas escaleras eléctricas se dejaba oler un rico aroma a desayuno con café. Me asomé y vi al fondo uno de esos restoranes de los aeropuertos «nice».

Bajé las escaleras mientras nadie me veía. Como quiera mi maletota hacía mucho ruido al arrastrarla como para que no me notaran.

Al entrar le dije a una mesera que olía muy rico, se sonrojó y me miró coquetamente. No vio la señal que hice moviendo el dedo en círculos queriendo decir «el lugar huele rico». En fin, como me trató muy bien no quise romperle la magia.

Pedí lo más barato del menú y un jugo de naranja, que curiosamente estaba más caro que lo que había pedido para comer.

Comí rápidamente y pagué en cuanto terminé. Al salir de nuevo para subir por las escaleras, ya estaba un guardia al pie. Me quise pasar como Juan por su casa y el uniformado me paró en seco.

Me dijo que por ahí no se subía y que le diera la vuelta por el otro lado. Maldita sea…

– ¡Oiga pero ta me revisaron la maleta!-
Le dije, pero solo se limitó a señalar con el dedo en dirección al pasillo aquel.

Ahí me tienen cargando mi maletota y mi mochila para atravesar todo el aeropuerto de nuevo para pasar por el pasillo de nuevo y por la policía que me miró de nuevo y me volvió a hacer pasar por la fila de los jodidos, donde me volvieron a pedir que vaciara mis bolsas del pantalón, abrieron mi maleta y, como ahora estaba otro policía revisando, al abrir la maleta dio otro brinco hacia atrás y todos volvieron a ver mis pantalones mal doblados y después mis chones todos balaceados.

Otra vez subí y volví a atravesar el aeropuerto pero por el pasillo de las puertas. Al llegar estaban casi todos los asientos ocupados en la sala de espera, así que me las arreglé para caber entre dos señoras copetonas, que solo llevaban una bolsa de mano cada una, que raro.

Unos minutos después, una señorita tomó el micrófono y empezó a llamar a los pasajeros de mi vuelo. Primero los seńores ancianos y los minusválidos, las señoras embarazadas o con niños y ya después la demás chusma.

Penoso, me acerqué a la señorita y le pedí que me dijera a done podía ir a subir mi maletota, por que veía a todos muy tranquilos porque no traían mucho equipaje…

Se se quedó viéndome con los ojos muy abiertos y una mueca de angustia.

– Ay joven! No ha registrado su maleta???-
– Sí señorita, allá abajo unos fulanos le metieron mano a mi ropa-
– Ppp pero… Acompáñeme!-

Y que me jala de la mano para irnos por unas escaleras y luego un pasillo por afuera de las instalaciones. En el camino me preguntó:

– ¿De donde viene jóven?-
– De Morelia, y usted señorita?-
– Esteeee, no me entiende… De donde viene ahorita?-
– De comer…-
(discretamente lanzo mi aliento contra mi mano para comprobar pestilencias perceptibles)
– Nooooo… De donde empezó su viaje?-
– Desde Cumbres, está del otro lado de Monterrey, por eso me vine rete temprano-
– … Es la primera vez que vuela verdad!?-
– Si – respondí con mucha pena.

Llegamos a un mostrador…

-Lucía, aquí el joven no ha registrado su maleta y su vuelo sale en 10 minutos… Llévalo a registrarlo por favor y lo acompañas de regreso-

En chinga me tomó de la mano y me llevó a donde me dieron mi boleto.

– Ya llevaba rato esperándote muchacho-

Me dijo el del mostrador, señalando una fila de registro a no más de 3 metros, que al parecer siempre estuvo ahí.

– Le estuvimos gritando desde que empezó a caminar hacia allá, pero no hizo caso a nuestros gritos y se fue. Pensábamos que ya no iba a volver, ya hasta estábamos haciendo apuestas-

Mientras me decía eso, llevaba a rastras mi maleta para que la revisara el policía.

Al abrir la maleta da un brinco hacia atrás y grita «¡Ay!» cuando ve mis pantalones doblados y los zapatos a un lado. Después, con cuidado, levanta uno de los zapatos y descubre que es solo ropa. Termina de revisarlo y le pone una etiqueta a la agarradera.

Por fin, una de las muchachas me toma de una mano y corriendo subimos por donde bajamos, con mi boleto en la mano y la mochila en la espalda.

Justo entramos al pasillo cuando la señorita estaba por cerrar la puerta y por fin entré al avión. Mi primera vez dentro de un avión que sí funcionaba.

Todos voltearon a verme. Era el tipo que siempre llega tarde porque algo no hizo bien, al menos así sentí las miradas.

Localicé mi asiento, arriba de este el compartimento donde se guarda el equipaje de mano. Mi maleta no cabía y voltee a decirle eso a la azafata en voz alta.

Ella, desesperada, me dijo haciendo un gran esfuerzo para no cortarme el cuello con sus uñotas:

– Póngala debajo de su asiento jóven…-

Y le hice caso.

Todos dieron un suspiro y en tres patadas ya estábamos agarrando impulso en la pista…

Y yo que creía que la montaña rusa era un juego extremo…

Consejos para Audicionar en American Idol (o cualquier Idol vaya)

1. Si la rola que vas a cantar se llama «She bangs» ya valiste pito.

2. Si crees que bailando también vas a convencer a los jueces, ya valiste pito.

3. Si vas a audicionar junto con tu comadrita querida de la que nunca te separas y ensayaron la rola de «Umbrella», de perdida disfruta el viaje.

4. Si te gusta bailar y cantar las rolas de Michael Jackson y crees que te sale igualitititito y encima te compraste un guante con diamantes y lo llevas a la audición, eres un chafa.

5. Si estás feo como la chingada y lo único que sabes cantar es la de «Barbie Girl», con todo y el intro donde hablan Barbie y Ken, ni lo intentes.

6. Si a pesar de todas esas advertencias, vas, no te encabrones si los jueces te mandaron al coño, ellos saben lo que hacen y seguramente cantan mucho más bonito que tú.

7. Si audicionas y a pesar de tu chafez infinita, te haces famoso, disfrútalo, son 15 minutos bien contaditos (o sea, como 15 días) y después serás olvidado como los demás.

8. Si cantas chingón, no esperes nada, nomás ve a cantar y ya, no seas mamón ni retrógrada.

9. Si tienes una bolsa llena con uñas de la suerte, ni te presentes.

y por último:

10. Vete bien bañadito, medio desayunado, haz pipí y popó antes del cotorreo.

Nopalón

Vivía en Monterrey y me encantaba tener la fortuna de vivir solo y sin distracciones… not!

Vivía en la oficina donde trabajábamos, junto a otros 5 changos, uno de ellos con muy mal genio que es procedente de la capital. Los demás, alivianados como eran, no se metían en el bisne de nadie y hasta se procuraban un buen cotorreo con los demás.

Mi cuarto, junto con el de Bernardo, era donde se guardaban las compus, que siempre estaban procesando animaciones en 3d y por ende el cuarto tenía que estar «refrigerado», que era la sensación constante al estar en ese cuarto.

Un día, enfadado por extrañar a una novia que tuve, muy linda ella, se me chispó y decidí aventurarme en mi primer viaje en avión para regresar a casa por unos días.

Mi amiga Itzel, que ya llevaba viviendo en Monterrey un tiempo, pero por su cuenta algo más de tiempo, me hizo el favor de ayudarme a comprar los boletos por internet, cosa de la que yo desconocía totalmente su proceso y la verdad consideraba casi magia negra.

Mi amiga, muy linda ella, muy decente y considerada, me aconsejó irme al aeropuerto muchas horas antes para estar a tiempo para la revisión de equipaje y algunas otras chorradas que yo nunca había experimentado.

El mero día del viaje, me levanté tarde, con un dolor de cabeza horrible por el aire acondicionado del cuarto donde dormía. En tiempo récord hice mi maleta, aventando la ropa sobre la boca de ésta y empujando más adentro solo la que quedaba al tiro. ME bañé en cinco minutos y marqué por teléfono a un taxi para que me recogiera en casa.

De no ser porque el taxi ya llevaba media hora perdido y yo ya varias llamadas de enojo al sitio de taxis, me hubiera quedado muy cómodo en casa en el fresquito a esperar a que llegara, pero no llegó. Así que decidí salir con mi maletota con rueditas por la calle. Ya estaba el solo casi a pleno y la colonia «Cumbres» no se caracteriza por ser terreno plano de ninguna forma. Encontré un taxi siete cuadras más adelante, todo sudado y asoleado por subir la cuesta arrastrando a ese bodoque de equipaje que ya empezaba a odiar.

El chofer, con una parsimonia desesperante, bajó del coche y me ayudó a meter mi maleta en la cajuela.

– Pa dónde joven-

– Al aeropuerto, pero en chinga que se me va el avión!-

Atiné a decirle entre jadeos.

La tranquilidad dio paso a una rabia infinita y desmadradora que se manifestaba en acelerones, una permanencia del pedal del acelerador hasta el tope y un sonidero de rechinidos y crujidos que el pobre viejo Nissan en el que íbamos parecía gritar pidiendo piedad a su conductor. Yo nomás pude encomendarme a San Wichito, pues mi panza me reclamaba por no echarle nada desde hace más de 12 horas.

Tigres, luego Gonzalitos, luego Constitución. En esa última avenida, que termina convirtiéndose en carretera, pude entender el vértigo que sienten los periodistas que alguna vez se han subido con Chumajer (el vato ese que es piloto de carreras), pero no creo que nadie haya sentido tal miedo a morir  en una tecata de coche a más de 120km  en ciudad.

Una enorme pickup con llantas bajas y dos tipos mal encarados adentro nos cerró el paso ya cuando la avenida se torna carretera. El chofer, en lugar de ignorarlos y dejar que el susto pasara, decidió perseguirlo para después rebasarlo y aplicarle la venganza.

El idiota ese, el chofer, no contaba con que ya pronto necesitaría pegarse al carril de la derecha para salir hacia el aeropuerto. En una peligrosísima maniobra digna de cualquier película de Bruce Willis, metió un acelerón y rebasó a la pickup y al colocarse al frente empezó a frenar casi a fondo al tiempo que daba dirección para ir tomando la salida.

Lo único que logró fue que, por el peso de la pickup, ésta no pudiera frenar bien y se fuera en contra de la cáscara que teníamos por taxi. El golpe se escuchó seco y fuerte, pero curiosamente, lo escuché antes de sentirlo. El taxi, al ser golpeado por atrás se descontroló y aventó la cola hacia adelante, hicimos un trompo vaya. Dimos dos vueltas en nuestro eje. Yo, por mi parte, me aferré a mi mochila donde cargaba mis dos cámaras (la de fotos y la de video) mientras me sentía adentro de una lavadora al azotarme contra las puertas y los asientos.

En un vistazo vi, en la primer vuelta, cómo el chofer se soltaba del volante de un jalón. Se dio dos azotes muy fuertes contra el marco de la puerta antes que el coche dejara de dar vueltas. Yo no sentí muchos golpes, me aferraba a mi mochila acostado sobre el asiento trasero, aunque sí me golpee medio fuerte en la rodilla izquierda.

La pickup sólo se azotó contra la barra de contensión y creo que se le ponchó una llanta.

Cuando salí del taxi, los dos costados estaban golpeados, la nariz estaba abollada feamente de la esquina del copiloto y la cajuela tenía la puerta doblada hacia adentro, junto con la defensa y la placa que apenas colgaba de un tornillo, doblada por la mitad.

En todo el accidente hubo, el claxon de los coches que vieron lo sucedido y pasaban por un lado, se dejaba escuchar. No hubo una sola persona que se detuviera a ayudarnos y el chofer no parecía captar la situación en la que nos encontrábamos.

Uno de los tipos mal encarados bajó de la pickup. El chofer del taxi todavía se estaba sobando la cabezota, sentado en su asiento. El malote tomó de la camisa al chofer y lo sacó de un jalón sólo para zarandearlo mientras el chofer solo manoteaba inútilmente para defenderse.

Yo por mi parte, no sentía ningún golpe o dolor, solo el de mi rodilla, así que empecé a darle empujones a la cajuela para que se abriera un poco más y poder sacar mi maletota gris.

El otro malote se bajó de la pickup y me ayudó. Entre los dos levantamos la lámina retorcida de la cajuela (que en esos coches es delgaditititita). Él sostuvo una esquina mientras yo tiraba insistentemente. Por fortuna hubo espacio suficiente para no romperla ni maltratarla. Afortunadamente ahí solo traía ropa.

Los otros dos aún peleándose y yo a quince veinte minutos de perder el vuelo.

Caminé un poco en dirección al aeropuerto, viendo como la fila de coches se amontonaba en la salida no por que estuviéramos obstruyendo mucho el paso, sino porque los fisgones se daban el lujo de detenerse un poco para ver como al chofer del taxi lo sacudían hasta que hiciera espuma como botella de CocaCola.

Caminé un poco y me alejé de la escena, hasta que un coche largo y plateado se detuvo a un lado. Una viejecilla bajó el vidrio eléctrico, en el asiento de atrás, y me hizo señas de que me acercara.

– Mijito ¿pa donde vas? – me preguntó temblorosa.

– Pal aeropuerto señora-

– ¿A cual terminal? ¿A o B?-

– Huy no se señora, a donde salen los de Viva Aerobús-

– Súbete mijo yo voy a la terminal A, si quieres ahí te puede llevar de regreso éste taxi-

– ¡Gracias!-

Y que me subo con todo y la maletota con la señora.

Avanzamo hasta la terminal A, donde le ayudé a la viejita a bajar sus maletas. Le dió un billete extra al chofer de ese taxi, para asegurarse que yo solo tuviera que bajar de él y tomar mi vuelo, le agradecí y partimos de regreso a la terminal B, que es la de los jodidos como yo que solo nos alcanza para viajar en clase turista.

Por fin llegué a la terminal. Unas instalaciones todas feas y de tubos gruesos. En realidad parecía más un hangar que un aeropuerto.

Cuando entré, me acerqué con la clave anotada con tinta anotada en mi mano. Apenas era legible por el sudor, pero pasó bien en la computadora del muchacho que me recibió con uno de esos párrafos que les hacen aprenderse de memoria antes de atender a un cliente.

-Huy mano, éste vuelo que me dices justo va saliendo. Te estuvimos voceando como media hora y no te presentaste, y como nomás faltabas tú, pues decidieron salir diez minutos temprano-

–  …  –

Agudicé los ojos y de su hombro, a la lejanía, se veía despegando un avión blanco con la cola roja.

El tipo voltea y me dice

– Mira, ése que va allá es tu avión… –

–  …  –

– Huy y tenías comprado el viaje redondo-

–  …  –

 

(continuará…)

Oído en el messenger

donchochotes – chocheando machin

elisa

o sea, comiendo chochos?

donchochotes – chocheando machin

jejejeje

naah

comiendo avenita

pan remojadito

dándole de comer a las palomas

acá en el solecito pa calentarme

elisa

oraleeeeee no pues si que te has hecho viejito

donchochotes – chocheando machin

y hablando sobre política anárquica de principios del siglo pasado

lo de siempre tu sabes

di el viejazo

elisa

jajajajaja oye deberias hacer tu testamento. no vaya a ser que en una de esas ya sabes… «dios te llame»… esas cosas les pasa a los viejitos

donchochotes – chocheando machin

pues si me llama

casi siempre por cobrar el cabron

nomás pa preguntarme cosas

elisa

jajajajajajajaja me  muero de risa

donchochotes – chocheando machin

es mañosón

elisa

oye y como que te pregunta? cosas de programación? consejos de mujeres???

donchochotes – chocheando machin

naah bueno fuera

al menos podría  canalizarlo con alguien más

pero no siempre son pedos así bien chonchos

y se me estresa y todo el pedo y pos acá de chaale

ya le recomendé un buen psicólogo, y unos buenos blogs

pero weno, al menos hace paro de a ratos entons así como que pus me aliviano

respiro

y pos el clásico de

«tómate un tecito de tila o de manzanilla»

o «a ver que dia nos vamos a echar una chela pa que me cuentes bien»

elisa

jajajajajajajajajajajajaajajaja

jajajajajajajajaj neta que me muero de risa

Y ESTOY TRABAJANDO!!!


donchochotes – chocheando machin

jejejejeje pos chale

pero pos ya le saco a eso de las chelas porque pos siempre anda pidiendo prestado

creo que no se le da eso del nuevo orden mundial y la economía capitalista

elisa

oye pues porque no le dices «que nomas traes lo de tu chela» amablemente… asi pues como que capta que ni al caso que ande gorreando y tú no quedas mal
donchochotes – chocheando machin

si andale, eso y decirle que no se venga en chanclas porque luego no nos dejan entrar

elisa

jajajajjajjajajajaj

ya no anda con su tuniquita?

es que luego como que es medio dificil comentarle que el estilo «vestidito» ya no se usa

donchochotes – chocheando machin

sipo, y la greña a la rocker ochentero pos todavía

elisa

ay noooo… que horror… a ver si luego no los agarra la AFI o asi, con el pretexto de falta a la moral, por vestir medio extravagantes

y ahi si, a ver quien los salva

donchochotes – chocheando machin

nombre si lo pior es en el df cuando tomamos el metro pa ir a la villita

imaginate un wey treintañero con vestidito y greñudo en el metro

y luego que se levante las enaguas para irse de rodillas a la villa a colgarle sus milagritos a la virgencita de guadalupe

ahi ta uno cambiándole los tapetes pa que no se le pongan de aguacate magullado

y luego ahi persiguiéndolo con el gatorade pa que no se me deshidrate porque luego se pone todo filosofo agonizante y pos de ahi no sale hasta que le compro su tortota con su chesco, es como un niñote

elisa

doncha YA POR FAVOR en serio me van a regañar por estarme riendo tantoooo «de la nada»

(no puedo chatear)

donchochotes – chocheando machin

ooh aah jejeje

perdon  jejeje

elisa

oye pero dile que si hace su «gracia buena onda»  de convertir el agua en vino, cuando está en fiestas ajenas… pues que se moche

donchochotes – chocheando machin

pos ya hace mucho que no hace eso, pero cuando viene se trae una bola de queso oaxaca que te cagas

fácil me dura quince días…

.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

Y así sigue todavía  mi plática donde le doy en su madre a todos los símbolos religiosos de una forma u otra… aah que bien me siento el día de hoy.

Besos!!

Tics

Cuando era un chavito inútil, flacucho, débil y de gran carisma (no como ahora que soy como grinch pero panzón y peludo) me encantaba salir de vacaciones en verano. Pasaba a veces las vacaciones en casa de mis abuelos citadinos, o a veces en casa de mis abuelos del rancho. Los cuatro totalmente diferentes unos de otros y cada uno con valiosos consejos (ya algunos obsoletos) pero todos de cariño.

Mi abuela materna tenía un modo raro de criar chamacos. De pronto le salían cosas por hacer y se los encargaba a la primera señora que se atravesara frente a la casa. Así que la vecina de enfrente se la pasaba cuidándonos a mi y a mi carnalito, que por cierto me caía muy bien cuando estábamos de vacaciones.

La señora en cuestión, doña Mary (parece cliché pero me cai de madres que así le llamábamos) se pasaba los días queriendo arreglar su desordenada casa, pero la inquietud de sus hijos (uno de nuestra edad y otro ya mucho más grande) hacía que el remolino de destrucción que hacían, se extendiera hasta el patio y si se podía hasta la banqueta.

Recuerdo que siempre que llegábamos a casa de doña Mary, estaba por empezar la serie de «Batman y Robin» super requete frito originario de los 60’s donde el batimóvil tenía la espectacular característica de sacar lumbre por la cola.

No me acuerdo la neta si nosotros dábamos lata, porque todos mis recuerdos de esos años de mi infancia se reducen a capítulos de esa serie y a sus constantes onomatopeyas pendejas que no dejaban ver bien los guamazos de mentiras que se daban Batman y los criminales, que parecían bailarines chafas sacados de una obra de Brodway chafa y así.

Pero de lo que sí me acuerdo bien cabrón, es que doña Mary sufría un chingo con sus chamacos, creo que se la madreaba el marido, y aparte mi inconsciente abuela le encargaba a sus nietos que eran todos unos jijos de la jijurria. Y todavía la señora sacaba lana de lavar ajeno y algunas cosas así como que el marido le quitaba la lana pa irse a comprar más caguamas, y luego los hijos cuando crecieron (no mucho) empezaron a caguamiar sabroso, y pos ya no teníamos tema de conversación mi hermano y yo con esos fulanitos.

La señora, desde mucho tiempo antes, había desarrollado tics nerviosos bieeen cabrones. Cuando hablaba con alguien, parpadeaba constantemente, giraba la cabeza a la izquierda y hacía una mueca a la derecha. Se tocaba el cabello, pero apeeeenas lo tocaba, como acomodándose las greñas que se le salían de atrás de las orejas y la hacían lucir despeinada; se la pasaba enredándose un trapo en una mano y a veces iba y venía entre el patio, la cocina y la sala, sin motivo aparente, pues solo caminaba con la mirada abajo y se paseaba nerviosa por toda la casa.

Un día amaneció con un tremendo puñetazo marcado en un ojo y su tic de parpadeo se aminoró, en esos entonces se limitaba a intentar entrecerrar los dos ojos y mirar de ladit. Justo al otro lado que le dictaba su tic extraño. Le costó mucho trabajo, pero aprendió a reflejar ese tic de la cabeza hacia el otro lado.

Muchos años se me hizo raro ver a esa señora parpadear incontrolablemente cuando hablaba con cualquier persona. Ahora mismo me viene a la memoria cuando nos entrontraba en la calle y nos tomaba por la cabeza y nos repetía «a que bonitos nietos son los de doña Mencha» y cuando  lo decía nos miraba fijamente, con ojos aguados, sin parpadear.

Tiempo después, cuando crecimos, vimos una versión ya muy jodida de doña Mary, avejentada por el constante paso del tiempo, canosa y más flaca. Sus anchas caderas ya no eran tan anchas, y sus angelicales diablitos ya se habían convertido en unos reverendos hijos de la chingada. La única gracia que tenían era la de tocar el acordeón, pero doña Mary ya sabía que quince minutos después de sacar el acordeón para interpretar el último corrido norteño, empezaban a aparecer arrimados con una caguama en la mano y actitud fiestera banquetosa.

Esa banqueta se quedó impregnada con el olor y grasa de sus alcohólicas y huevonas nalgas y doña Mary sólo atinaba a encerrarse en su cuarto a ver novelas.

Hasta que pasó… quien sabe como, quien sabe hasta donde, pero sus hijos y su marido se fueron lejos. Algunos dicen que pal otro lado, otros dicen que residen hasta el fondo de una presa, hay quienes aforman haberlos visto encerrados en un asilo para gente que padece de sus facultades mentales.

Se le veía rosadita, delgada pero cada vez más repuesta, sus ojos, cafés y de pestaña pequeña, bailaban al ritmo de su nuevamente descubierta risa. Y así sigue. Algún día existió la noticia del regreso de los demonios a su casa, pero creo que sólo regresaron por el acordeón y entonces fué fuando vieron la marca de sus nalgas en la banqueta al frente de la casa. Y ahí siguen, recordándole a doña Mary que si vida va a ser sólamente como ella quiere que sea, y no más ni menos.

Feliz diez de mayo!! jojo

Cómo maquillarse para ir al antro…

Con esa pregunta en los buscadores llegan a este su blog de confianza de vez en cuando, chicas despistadas que desesperadas buscan ser aceptadas por la sociedad antrera que con sus filosas uñas y colmillos que les desgarran viperinamente si se les corrió un poco el rimel o si el lápiz labial que usaron es muy pirujo y no se que leches más.

Ya se que no todas las mujeres saben maquillarse bien, de hecho, me da mucho repelús cuando las chicas que van a algún evento (sea el que sea) se disfrazan de chavas más güeritas (jo jo «güeritas») o de chavas «bien» que no se ven tan bien.

Un ejemplo es el clásico «pastelazo merenguero» que hace a las chavas pareces mimos de taaaanto pinche maquillaje que se ponen, ya sea en su fiesta de quince años (que hueva las quinceañeras), en su boda o en su graduación de la prepa/uni… parece que toman un pastel con haarrrrtto merengue y se empinan como la señora Doubtfire en la película aquella…

Yo recuerdo a una singular quinceañera que parecía Barbie con la cabeza cambiada, el cuerpo todo moreno y su carita blancablancablanca que hasta se quemaba (osea, se perdía por lo blanco) en el vídeo que tomaron de la fiestecita… y pa acabarla con los reflectores sobre ella, pues parecía luna llena cuando la levantaron los jovenazos chambelanes que siempre les toca sufrirla con los tacones de la susodicha.

Por otro lado, está una moda así como más agradable para los hombres, que es así como más natural y pos ta chido, porque pos en el antro sudas un chingo y como que pa las que les gusta bailar no está chido que a las dos horas ya estés toda derretida (jajajaja que cagado sería que se derritieran de verdad) y hablando de eso, hace ya muchos años me tocó ir con una chava que literalmente estaba sudando todo el maquillaje y pos cuando se me acercaba me dejaba la camisa toda manchada (jijijiji) y pos chale, era cuando todavía se usaba mucho el polvito ese de la cajita azul, hace un rato ya.

La otra onda es… ¿Porqué buscan como maquillarse para ir al antro? Me imagino que ha de ser un pedo así como de diferenciar entre maquillaje de día, de noche, de coctel, de antro, de boda, etc… pero la neeeta, pos a menos que quieras que al otro día por la mañana no te reconozcan porque te falta el labial, el rimel, las pestañas postizas, los lentes de contacto azules (que hueva) y el short corto la blusa de olanes, pues entonces no le busques tanto… no vayas al antro jajajajajaja ahí todo siempre es oscuro, maloliente, ruidoso, incómodo y algunas cosas más.

Una muy querida amiga mía le enseña a chavas y señoras y señitos a maquillarse, y éstas se gastan un dineral en el curso, en el material y en más cosas de esas cuando terminan el curso… de verdad es una buena lana, y mi comadre pos le gana bien a ese pedo, que de hecho se está convirtiendo en su mayor entrada de dinero, y sí, las chavas al final del curso pos se ven chulas y no recargadas se maquillaje y así, pero la neta hay niñas muy bonitas que pos no ocupan una mano más que en autoestima, porque pos finalmente eso es lo que es el maquillaje, una máscara que da la cara por nosotros, en donde nos podemos escudar y tener una actitud que no tendríamos (bueno, no tendrían las mujeres) de otra forma si no fuera por el maquillaje, un buen peinado y ropa chida.

Hace poco acompañé a una hermosa mujer a comprarse un bonito vestido para una graduación, se veía muy linda, sencilla, no maquillada en exceso ni peinada en exceso, pero muy bien todo. Frente a nosotros se sentó, en la mesa, una mujer pechugonsísisisisisisima con un escote de esos que si se avienta a bailar cumbia seguro se pone a golpear gente cuando se le boten del vestido sus cachorronas (sí hubiera sido un buen madrazo me cai). Pero la verdad, hasta pena da cuando se exagera hasta caer así como en ese tipo de cosas… entonces… ¿Porqué hacerlo?

Tss tons me acuerdo cuando me visto formal una vez a la semana, es algo que tengo como costumbre. Saco una de mis camisas (ya sea de manga corta o larga), pantalón «de vestir» (jajaja tooooda la ropa es «de vestir») y zapatos medio boleados. Peinado y perjumao salgo de la casa con la misma actitud de siempre, pero la gente me ve muy diferente a cuando salgo todo pandroso, en short y enseñando mis chamorros peludos y güeros (jijijii «güeros») y entonces me preguntan «¿Iora? ¿Porqué tan arreglado?» cuando la realidad es que más bien voy «normal» y no «pandroso» como siempre ando. Yo les contesto muy ufanamente «es que se me acabó la ropa sucia», que más bien quiere decir «pos me quise dar el gusto».

Reconozco que no soy guapo, pero las chamacas de vez en cuando voltean a verme cuando paso caminando aprisa vestido así medio formalón. Creo que la ropa sí hace a la gente, pero pos eso es un hecho; el maquillaje también… así que entiendo que quieran algunas chicas (entrando erróneamente a mi blog) encontrar formas para maquillarse para ir al antro…

Creo que más bien consulten con alguien como mi amiga y busquen sentirse bien consigo mismas, algo que les de confianza y la valentía para afrontar cualquier situación (aunque no sea antro) y salir avante de eso. Y no me refiero nada más al maquillaje…

No esperen que el maquillaje haga que puedan conquistar finalmente a ese chico por el que andan cacheteando las banquetas… ni mucho menos los diminutos shorts con zapatillas y blusa rara que usaron pa la fiesta de fulana (que la neta se me hace una moda muy chafa). Búsquen agradarle a la gente, no se hagan menos, no dejen que las pisoteen ni mucho menos que les digan como hacer las cosas que les gusta hacer. Búsquense a sí mismas y no dejen que las «amistades» les digan como lucir ni como reír no que hacer para «divertirse».

Y por otro lado, ¿porque ir al antro? Si es caro, cansado y muy desgastante mentalmente hablando; no niego que pueda ser divertido, pero son demasiadas máscaras. En fin…

Suerte con su búsqueda para un buen maquillaje, si quieren información sobre mi comadre la que maquilla chido allá en Morelia, déjen un comentario acá abajo y yo les mando su teléfono pa que no digan que nomás les ando diciendo babosadas por que a mí no me gustan los antros y a ustedes sí.

Atte. El Doncha Magoso